El Retorno del Miedo

Espacio Hache, Santiago, Chile
2015

Nombre Obra:El Retorno del Miedo, 2015

Fecha:21 de septiembre al 30 de octubre 2015

Tipo de exposición: Serigrafías / Casa H

Serie de Monocopias y edición 1/4 tintas planas
Tinta PVC sobre papel Guarro de 350 g / 110 x 77 cm sin marco / 121 x 84 cm con marco
Instalación, dimensiones variables.

Actividad: Artista

 


El sitio del suceso

El mejor lugar para ocultar algo, pensaba Edgar Allan Poe, es a la vista de todos. Esa premisa que acompaña a la literatura policial desde sus inicios, contiene en germen una alegoría de la lectura como caza del sentido oculto en la espesura del lenguaje. La versión extrema de esta idea remite a los adictos a las teorías conspirativas, que leen los diarios con
la lupa de la paranoia, como si esos textos provisionales fueran mensajes cifrados o pantallas para encubrir los desechos tóxicos del poder.

Uno de esos lugares aparentemente anodinos y accesibles a todo el mundo, literalmente, son las páginas de los diarios. Auguste Dupin, el detective excéntrico que protagoniza los relatos de Poe que fundan el género policial, es capaz de resolver un caso sin siquiera visitar la escena del crimen, solo hojeando de modo selectivo los periódicos de París, con la agudeza perceptual y el talento para los indicios de quien sabe leer entre líneas, apartando de su vista el denso follaje gráfico de las palabras superfluas. El mismo Poe se jactaba de sus dotes para la criptografía; decía: puedo descifrar cualquier mensaje secreto. Sherlock Holmes se inscribe en esa tradición y así confirma el vínculo entre la lectura de los diarios como superficie de doble fondo, y la investigación de los asesinatos que asolan la ciudad moderna y desconciertan a la policía, sugiriendo la impotencia del Estado ante el laberinto de la sociedad de masas. De hecho, Holmes llevaba un álbum con recortes de la prensa de Londres, una fuente a la cual recurre en busca de pistas, a la manera del cazador del Neolítico que interpreta las huellas de la presa.

La lectura del diario como material de archivo representó la rutina más estable de Joaquín Edwards Bello, quien los abordaba cada mañana con una tijera en la mano, extrayendo de sus páginas la información que luego almacenaba y clasificaba según un sistema de categorías derivado de su curiosidad omnívora. Alguna vez habló de esa colección documental como su “obra maestra”, el trabajo de toda una vida en cuya osamenta se reconocían los rasgos del carácter excéntrico de su autor. Durante décadas, acudió a ese archivo para activar la producción industrial de sus crónicas semanales. Edwards Bello aseguraba que los diarios eran igual a un paisaje, por cuya geografía paseaba la vista a la caza de fenómenos raros.
Dos usos del periódico, entonces. Primero, como lugar donde rastrear al criminal emboscado en la masa urbana como garante de anonimato. Luego, como base de un inventario cuya finalidad es agarrar al vuelo la proliferante diversidad del mundo y los residuos de la historia, pero sin ahogarse bajo el alud de información que a diario amenaza con sepultarnos. Ninguno de esos usos ha perdido actualidad, incluso si han experimentado desplazamientos. Tempranamente, la literatura policial equiparó al reportero con el detective, aun en la narrativa chilena del Centenario. Ese personaje anfibio traduce la importancia de la prensa (sede de la crónica roja, versión alternativa del parte policial) como motor de la investigación criminal. En la línea de trabajo de Edwards Bello, tampoco ha declinado la práctica del recorte como principio de montaje ligado a la producción de archivos. Ambos usos suponen
la existencia de la ciudad como lugar físico; ambos usos además participan, por medio del lenguaje, en la incesante reelaboración de la ciudad como imaginario.
Manuel Vicuña

Hay un antiguo proverbio árabe que dice: “El hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice”. El martes 9 de septiembre de 2014, el diario La Segunda publicó el titular “El retorno del miedo” para cubrir la noticia del estallido de un artefacto explosivo en la Estación de Metro Escuela Militar. A partir de ese momento, comencé a leer aquel periódico con regularidad, buscando en las noticias, editoriales, artículos y entrevistas las múltiples paradojas y sinsentidos del lenguaje cotidiano, cuya historia se remonta a titulares como “Exterminados como ratones” o “No hay tales desaparecidos”.

Durante el último año, la crisis política local ha exacerbado el uso del lenguaje, de la palabra, de la “idea fuerza”, la “cuña” o el titular. Podría decirse que escribir en 140 caracteres ha simplificado todo. Diversos líderes y personalidades han dado declaraciones que terminan anulando el sentido del lenguaje, transformando ideas profundas en conceptos ligeros, efímeros y de consumo. Como es natural, o al menos resultado de una reflexión basada en el sentido común más elemental, nuestras palabras han entrado en una zona líquida, llena de falta de compromiso y absurdo.

En efecto, frases como “ideológicamente falso”, “a veces hay que cerrar los ojos” o “persona expuesta políticamente” han poblado las páginas de los diarios, construyendo un campo semántico que intenta explicar lo inexplicable; se trata, en suma, de palabras vacías sobre la ingobernabilidad en un mundo individualista y carente de utopías.

Después de un año y medio de investigación, seleccioné trece frases distintas. Son frases de políticos, ministros, sindicalistas, ex agentes de la CNI, pintores, filósofos y líderes de opinión que hablan desde el día a día y a la velocidad de la contingencia. Se trata de trozos de textos, fragmentos de declaraciones y micro-ideas que son rescatadas y descontextualizadas por medio de la impresión serigráfica. Son textos que se observan, textos que estimulan a cada espectador a través de un significante gráfico, pues las serigrafías son un espacio donde la palabra y la mancha se enfrentan, intentando esclarecer algún sentido. Sin embargo, la seducción visual se ve abruptamente interrumpida por la paradoja que las palabras entregan.

Cada copia monográfica está firmada con el nombre del periódico, el día y la página de donde fue extraída cada frase, a modo de vestigio gráfico que conecta con la noción de archivo y con la forma diaria en que se escribe la historia de Chile. La escala de la impresión es de un pliego y tiene relación con la acción de imprimir, no solo con el brazo o con la mano, sino moviéndose dentro de la estampa.

Camilo Yáñez

P/A – 110 x 77 cm. / Serigrafía sobre papel couche 350 grs.
La segunda / 26 de Marzo 2015 / Página 6 Ref.Francisco Vidal por Financiamiento a SQM a Chile 21
P/A – 110 x 77 cm. / Serigrafía sobre papel couche 350 grs. La segunda / 05 de Junio 2015 / Página 16 Ref.Juan Carvajal ex Secom comenta el caso Peñailillo.
P/A – 110 x 77 cm. / Serigrafia sobre papel couche 350 grs.
La segunda / 0226 de Marzo 2015 / Página 264 Ref.Lagos Weber sobre House of cards sobre Frank Unverwood.