Grabado en la abandonada laguna Carén a las afueras de Santiago, la cámara navega rozando el agua al atardecer. Por instantes vemos como se sumerge bajo superficie y permanece forzosamente allí para luego luego volver a salir. Así durante todo el video la cámara se mueve sin ir a un lugar fijo y permanece en una constante tensión visual entre superficie y profundidad, mientras el audio despiertan a modo de flash-back sensaciones que habitan en el inconsciente colectivo de Chile.